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Arroz crudo, bistec y tajadas quemadas: la escuela del cariño

“Ese día, con la dedicación y paciencia que caracteriza a toda madre trabajadora, la mía nos pidió preparar el almuerzo siguiendo sus instrucciones. El menú consistía en: arroz, bistec a la plancha y tajadas de plátanos “.

¡Cocinar es todo un arte! … dicen los adultos. Para mí, a los 8 años, era más bien un misterio peligroso. Todo comenzó el día en que mi mamá nos pidió a mi hermano y a mí preparar el almuerzo. Nunca habíamos cocinado ni siquiera agua, pero ahí estábamos, valientes y confiados – o eso creíamos.

El menú de la aventura

Creímos tenerlo todo claro. Después de todo, ya nos había enseñado a  pelar papas y cortar cebollas. El menú, de acuerdo a nuestro criterio, era fácil: arroz, bistec y tajadas de plátanos maduros.

Bueno, eramos dos niños, una estufa a kerosen, un par de ollas y muchas ganas de impresionar a mi mamá, esa fue la receta perfecta para un desastre culinario. 

El resultado épico

El día de la prueba la realidad se impuso con olor a quemado. El resultado fue que la carne se nos quemó por fuera y nos quedó cruda por dentro, el arroz nadaba en el agua y las tajadas de plátanos maduros estaban carbonizadas.

¡Eso sí, hambre no pasamos! Y con gran orgullo infantil le guardamos un poco a mi mamá, quien nos preguntó cómo nos había ido con la preparación del almuerzo. La respuesta fue un silencio lleno de complicidad, como si con él confesáramos todo. Al final, estábamos agradecidos de no haber quemado la casa.

Aprender de los errores

Esa primera aventura nos enseñó mucho más que cocinar: nos educó para tener paciencia, coordinación y la importancia de seguir aprendiendo a pesar de los errores.

Desde entonces, bajo la guía de mi madre, perfeccioné cada plato heredado. Un legado gastronómico lleno de sabores de Colombia y Venezuela que ahora comparto con orgullo y amor con mis hijos, amigos y conocidos. Una herencia culinaria que ha abierto muchas puertas en nuestras vidas como inmigrantes.

Ese día entendí que el amor también se cocina a fuego lento, entre errores, risas y un poco de arroz crudo flotando en agua.

Fotos: unsplash.com/es.

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