“Labores del sexo”: cuando los documentos antiguos nos hacen ruborizar sin razón
¿Cómo mirar el pasado sin anteojos del presente?

Uno de mis hijos, inquieto por conocer sus raíces, emprendió en Chile una aventura que parecía sencilla: buscar datos sobre su historia familiar paterna. Sabía que en su sangre convergen raíces chilenas, argentinas, alemanas y francesas, y estaba dispuesto a encontrarlas una por una. Lo que no sabía —ni él ni yo— era que en ese camino también encontraríamos una gran enseñanza sobre cómo mirar el pasado sin anteojos del presente.
En el cementerio de Valparaíso, entre lápidas antiguas y nombres que le sonaban por referencias familiares, encontró rastros concretos de su linaje. Motivado por esa conexión tangible con sus ancestros, fue al #tramites-registrocivil.cl/registro-civil a pedir una copia del acta de nacimiento de su tatarabuela @Tataranietos, Y ahí sucedió.
Con una mezcla de asombro, vergüenza y una sonrisa cómplice, me mostró el documento. Su rostro era un poema: “Mamá, mirá esto… ¿puede ser?”. Leí con atención. En la sección “ocupación” figuraba la expresión: “trabajos del sexo”.
Nos quedamos mudos unos segundos.

La mente, tan veloz como prejuiciosa, hizo su trabajo: nos llevó directo al siglo XXI y sus connotaciones actuales. Pero algo no me cerraba. ¿Sería posible que en un documento oficial de hace más de un siglo se nombrara así a una “dama de compañía”? Algo no encajaba.
Volví a leer. Analicé. Pensé. Y caí en cuenta: ese “trabajo del sexo” no era lo que creíamos. No hablaba de la sensualidad, sino del rol social asignado a la mujer en aquella época. La frase, usada en registros de nacimiento, bautismo o matrimonio, se refería a las labores propias del sexo femenino, es decir: cocinar, lavar, coser, criar. Todo aquello que hoy llamamos “tareas domésticas” o “ama de casa”.
El lenguaje tiene esa magia —y esa trampa—: cambia con el tiempo, pero deja huellas que no siempre sabemos leer.
Aquella tarde, entre risas y reflexión, surgió la idea de este artículo: una crónica que hable de los malentendidos más simpáticos (y reveladores) que pueden esconderse en los registros civiles antiguos, y de cómo mirar con más cuidado, y con más contexto, aquello que alguna vez fue parte de la vida cotidiana de nuestros antepasados.
